Fecha de Elaboración: Lunes 22/09/25

 

El Poder del Lenguaje Consciente y la Comunicación

en la Seguridad y Salud en el Trabajo

 

 

1.- Introducción: las palabras que previenen accidentes

En el análisis de la accidentabilidad laboral, solemos centrar la atención en factores visibles: fallas técnicas, conductas riesgosas o la ausencia de equipos de protección personal. Sin embargo, existe un factor silencioso, muchas veces invisible en los reportes: el lenguaje y la comunicación. Un mensaje ambiguo, una orden mal expresada o un tono de voz cargado de ansiedad pueden convertirse en detonantes de un accidente. La investigación en neurociencias demuestra que las palabras activan circuitos cerebrales específicos: el lenguaje negativo estimula la amígdala y genera respuestas de miedo o huida, mientras que un lenguaje claro y positivo fortalece el lóbulo prefrontal, región encargada de la toma de decisiones seguras (Goleman, 2013).

La Programación Neurolingüística (PNL) coincide en este hallazgo: el lenguaje no solo comunica, sino que estructura nuestros mapas mentales y dirige la conducta. Como afirma Benjamin Lee Whorf, “el lenguaje configura la manera en que pensamos y determina lo que podemos pensar”. En un entorno de alto riesgo, esto significa que la forma en que nombramos, describimos e instruimos puede salvar vidas o ponerlas en peligro. Además, la psicología de la seguridad laboral ha demostrado que la comunicación preventiva es un predictor de la cultura organizacional. James Reason, en su modelo del “queso suizo” para explicar accidentes, señala que la claridad en la transmisión de información es una de las barreras críticas que puede detener la progresión de un error hacia una catástrofe.

En este sentido, las palabras que usamos en el trabajo diario no son neutras: crean realidades. Decir “ten cuidado” transmite una alerta vaga, mientras que “asegúrate de anclar tu línea de vida antes de ascender” crea una representación mental precisa y accionable. Como afirmaba Ludwig Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Trasladando esta idea al ámbito laboral, podemos afirmar que los límites de nuestro lenguaje son también los límites de nuestra seguridad. Una cultura preventiva sólida se construye no solo con normas y equipos, sino con palabras que inspiran claridad, confianza y responsabilidad compartida.

 

2.- El lenguaje como creador de realidades en SST

El lenguaje no es únicamente un medio de transmisión de información; es, en sí mismo, un constructor de realidades. La neurociencia cognitiva ha demostrado que las palabras que elegimos activan redes neuronales específicas que influyen en cómo interpretamos los riesgos y cómo respondemos frente a ellos (Ramachandran, 2011). Dicho de otro modo: lo que decimos y cómo lo decimos puede potenciar la seguridad o sembrar vulnerabilidades.

En los entornos de alto riesgo, donde cada segundo cuenta, la diferencia entre una instrucción genérica y una instrucción precisa puede salvar vidas:

  • Decir “ten cuidado” activa en el colaborador un estado de alerta difusa, sin una acción clara.

  • Decir “asegúrate de anclar tu línea de vida antes de ascender” activa representaciones mentales específicas en la corteza prefrontal, facilitando conductas concretas y seguras.

El poder del lenguaje también se refleja en la manera en que etiquetamos los eventos. La investigación en psicología organizacional muestra que palabras como “problema” tienden a activar circuitos relacionados con amenaza y estrés en el cerebro (amígdala e hipotálamo), mientras que un reencuadre como “oportunidad de mejora” estimula redes de creatividad y resiliencia en el córtex prefrontal y el sistema de recompensa dopaminérgico. Esto significa que el lenguaje positivo no solo cambia la percepción, sino que genera condiciones biológicas más favorables para la toma de decisiones seguras.

Desde la Epigenética, Bruce Lipton (2005) sostiene que los pensamientos y palabras son formas de energía que impactan directamente en la biología celular. Un lenguaje cargado de miedo o fatalismo eleva los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés, que deteriora la atención, ralentiza los reflejos y aumenta la probabilidad de cometer errores. Por el contrario, un lenguaje de confianza, claridad y cooperación estimula neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, que fortalecen la seguridad psicológica y el trabajo en equipo.

En el ámbito de la Programación Neurolingüística (PNL), esto se traduce en que cada palabra funciona como un ancla: puede condicionar estados de miedo e inseguridad o estados de enfoque y autocontrol. El lenguaje consciente, por tanto, no solo informa; programa la experiencia interna del colaborador y moldea su conducta en tiempo real.

                🧠En la SST las palabras no son meros sonidos: son señales neurológicas y biológicas que diseñan percepciones,

                 emociones y decisiones. Una cultura preventiva sólida necesita líderes y equipos que comprendan que, al

                 hablar, no solo transmiten instrucciones, sino que crean realidades de seguridad o de riesgo.

 

3.- Comunicación efectiva: más que palabras

La comunicación, en entornos laborales de alto riesgo, no puede reducirse únicamente a lo que se dice. Tal como lo demostró Albert Mehrabian (1971), el impacto de un mensaje se distribuye de la siguiente manera:

  • Palabras (7%): el contenido verbal de lo que expresamos.

  • Tono de voz (38%): la modulación, el énfasis y la carga emocional con que lo decimos.

  • Lenguaje corporal (55%): los gestos, posturas, microexpresiones y movimientos que acompañan el mensaje.

En términos de neurociencia social, esto significa que los receptores no solo escuchan las palabras, sino que procesan inconscientemente las señales vocales y visuales para evaluar coherencia, credibilidad y riesgo. Daniel Goleman, en su teoría de la inteligencia emocional aplicada al liderazgo, resalta que el cerebro humano está diseñado para captar estas señales no verbales y responder a ellas con rapidez, incluso antes de procesar el contenido verbal.

En el ámbito de la SST, esta congruencia resulta vital. Un supervisor que afirma con palabras “la seguridad es lo primero” pero transmite, con su tono de voz, apuro o desinterés, y además ejecuta la tarea sin arnés ni protocolo, genera un mensaje contradictorio. En ese instante, las neuronas espejo (mecanismo descubierto por Giacomo Rizzolatti en la Universidad de Parma) de los colaboradores, imitan inconscientemente la conducta visible, priorizando lo observado sobre lo escuchado. El resultado: el mensaje verbal queda invalidado por el ejemplo corporal.

La psicología de la seguridad también ha identificado este fenómeno como parte de la disonancia comunicativa en la cultura preventiva: cuando existe incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, los equipos tienden a adoptar la conducta observable, no la instrucción formal. En industrias de alto riesgo, esta brecha puede convertirse en un factor directo de accidentabilidad.

Por eso, la comunicación efectiva en SST no es un tema retórico, sino una estrategia de neuroseguridad:

  • El mensaje verbal aporta claridad técnica y normativa.

  • El mensaje vocal refuerza confianza, motivación y sentido de urgencia.

  • El mensaje corporal modela conductas y establece el estándar real de seguridad en la práctica.

                 🧠En definitiva, la seguridad no solo se transmite con manuales y procedimientos, sino con la coherencia entre

                   lo que se dice, cómo se dice y lo que se hace. Esta coherencia genera confianza, fomenta la imitación de

                  conductas seguras y fortalece la cultura preventiva.

 

4.- PNL y el uso consciente del lenguaje en prevención

La Programación Neurolingüística (PNL) aporta herramientas poderosas para aplicar en industrias de alto riesgo:

  • Metamodelo del lenguaje: permite detectar ambigüedades en las instrucciones y transformarlas en mensajes claros y precisos.

  • Modelo Milton: facilita generar confianza y motivar a los equipos con un lenguaje persuasivo y positivo.

  • Reencuadre lingüístico: cambiar “esto es imposible” por “aún no encontramos la manera” abre nuevas posibilidades cognitivas.

                          🧠Como afirma Benjamin Lee Whorf: “El lenguaje da forma a lo que pensamos y determina sobre qué

                       podemos pensar”. En seguridad, pensar diferente es muchas veces la clave para actuar de forma segura.

 

5.- Neurociencias aplicadas al liderazgo preventivo

En industrias de alto riesgo, los colaboradores se enfrentan a entornos donde la presión, el estrés y la exposición al peligro son constantes. En estas circunstancias, el cerebro humano tiende a activar mecanismos automáticos de supervivencia que, aunque útiles en emergencias, pueden reducir la capacidad de análisis y aumentar la probabilidad de error. Comprender cómo funciona el cerebro en estos escenarios permite a los líderes convertirse en reguladores emocionales y cognitivos de sus equipos.

 

a.- Palabras de calma: reguladores neurofisiológicos

Cuando una persona percibe amenaza, la amígdala dispara la respuesta de lucha-huida, incrementando el ritmo cardíaco, la tensión muscular y la secreción de cortisol. Este estado puede ser adaptativo a corto plazo, pero disminuye la atención y la memoria de trabajo, esenciales para tareas críticas.

El lenguaje calmado y empático del líder estimula el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la liberación de neurotransmisores como la oxitocina, que reducen el miedo y generan sensación de seguridad. Un supervisor que, en medio de una emergencia, dice con voz firme y serena “Estamos entrenados, respira y sigue el procedimiento” ayuda a restablecer la autorregulación emocional del equipo.

 

b.- Instrucciones positivas y claras: activación del lóbulo prefrontal

El lóbulo prefrontal es la región del cerebro encargada de la planificación, el juicio y la toma de decisiones bajo presión. Estudios de neurociencia cognitiva muestran que este sistema se activa mejor cuando recibe mensajes claros, específicos y en positivo.

Por ejemplo:

  • Una instrucción vaga como “no se distraigan” activa la negación, generando más ansiedad.

  • En cambio, “mantengan la mirada en la tarea, ajusten el arnés y verifiquen el anclaje antes de moverse” activa representaciones mentales concretas que guían la acción de manera segura.

Este principio coincide con la PNL, que subraya la importancia del lenguaje en positivo y orientado a la acción como mecanismo de programación mental y conductual.

 

c.- La coherencia del líder como modelo neuronal

Las investigaciones de Giacomo Rizzolatti sobre las neuronas espejo confirman que los miembros de un equipo tienden a imitar, de manera inconsciente, las conductas que observan en sus referentes. Esto significa que el ejemplo del líder tiene más poder que su discurso.

Daniel Goleman (2013) y David Rock (2008) coinciden en que el liderazgo efectivo en contextos de riesgo no se basa en la imposición, sino en la capacidad de regular emociones, generar confianza y modelar conductas preventivas. Un líder que utiliza casco correctamente, revisa su arnés y mantiene calma en situaciones críticas transmite, sin palabras, un estándar de seguridad que será replicado por el equipo.

 

d.- Neuroseguridad y cultura preventiva

Cuando los líderes aplican conscientemente estos principios, se convierten en neuro-líderes preventivos. Su comunicación verbal, vocal y corporal no solo informa, sino que regula estados cerebrales, emocionales y conductuales del equipo. De este modo:

  • Reducen el riesgo de errores por pánico o desregulación emocional.

  • Aumentan la atención y la memoria operativa en tareas críticas.

  • Fomentan una cultura preventiva sólida, basada en coherencia y confianza.

                         🧠En síntesis: Las neurociencias nos enseñan que, en contextos de presión y riesgo, el líder es un

                      modulador biológico y psicológico del equipo. Sus palabras, tono y acciones tienen el poder de

                      activar calma, enfoque y conductas seguras. Un liderazgo preventivo no solo se mide en discursos

                      sobre seguridad, sino en la capacidad de transformar el cerebro del equipo en un aliado para

                      la prevención.

   

6.- Ejemplos prácticos en SST

La forma en que nos comunicamos en el trabajo tiene un impacto directo en la percepción del riesgo, la toma de decisiones y la conducta preventiva. El lenguaje consciente, apoyado en principios de neurociencia y PNL, permite transformar interacciones cotidianas en oportunidades para reforzar la seguridad.

 

a.- Antes de una tarea de alto riesgo

En actividades críticas como trabajos en altura, espacios confinados o manipulación de energía, las instrucciones deben ser claras, específicas y orientadas a la acción.

  •  “Traten de no fallar.”
    Esta frase activa una expectativa de error y genera ansiedad, lo que eleva el cortisol y reduce la concentración.

  •  “Asegúrense de seguir paso a paso el procedimiento seguro.”
    Aquí el colaborador visualiza un proceso ordenado, lo que activa el lóbulo prefrontal (toma de decisiones) y reduce la ambigüedad.

�� Claves neuropreventivas:

  • Usar verbos de acción (asegurarse, verificar, revisar).

  • Formular en positivo lo que se espera.

  • Reforzar con demostración práctica (lenguaje corporal congruente).

 

b.- En retroalimentación después de una tarea

La manera de dar feedback puede reforzar la cultura preventiva o deteriorarla.

  •  “Lo hiciste mal.”
    Este mensaje generalizado dispara defensividad, activa la amígdala y bloquea el aprendizaje.

  •  “¿Qué podrías mejorar para hacerlo más seguro la próxima vez?”
    Esta formulación activa la reflexión y la metacognición, fomenta aprendizaje autónomo y refuerza la seguridad psicológica.

�� Claves neuropreventivas:

  • Evitar juicios globales, enfocarse en conductas observables.

  • Reencuadrar errores como oportunidades de mejora.

  • Utilizar preguntas poderosas que activen la autorregulación.

 

c.- En reuniones de seguridad

Los espacios de inducción, charlas diarias y reuniones de cierre son escenarios estratégicos para consolidar la cultura preventiva. Sin embargo, si la comunicación carece de coherencia, el mensaje pierde fuerza.

  •  Un supervisor que lee la lista de normas con tono monótono y sin contacto visual genera desconexión, desinterés y baja retención de la información.

  •  Un líder que utiliza tono firme, contacto visual y lenguaje corporal coherente transmite credibilidad, motivación y compromiso. Por ejemplo: al hablar de caídas de altura, señala su propio arnés, ajusta la línea de vida y muestra con su cuerpo cómo realizar el procedimiento.

�� Claves neuropreventivas:

  • El cerebro retiene mejor lo que se acompaña de gestos, demostraciones y ejemplos visuales.

  • La congruencia entre palabras, tono y acciones activa neuronas espejo, generando imitación inconsciente de conductas seguras.

  • La comunicación emocional (voz con entusiasmo y cercanía) estimula la liberación de dopamina, lo que refuerza la atención y la motivación preventiva.

 

7.- Conclusión: la palabra como herramienta preventiva

En el ámbito de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), solemos poner el foco en los procedimientos, equipos y tecnologías que reducen los riesgos. Sin embargo, existe una herramienta tan poderosa como silenciosa: la palabra. Cada expresión, instrucción o mensaje emitido en el entorno laboral no solo transmite información, sino que moldea la forma en que los colaboradores perciben el riesgo, regulan sus emociones y toman decisiones bajo presión.

Lejos de ser un recurso “blando” o accesorio, el lenguaje consciente es un factor neuropreventivo estratégico. La neurociencia demuestra que las palabras activan circuitos cerebrales específicos que pueden favorecer la calma, el enfoque y la cooperación, o por el contrario, disparar ansiedad, miedo y errores. En un entorno de alto riesgo, una diferencia tan sutil como elegir entre “no falles” y “sigue el procedimiento paso a paso” puede significar la distancia entre un trabajo seguro y un accidente.

  • Un lenguaje claro salva vidas, porque reduce la ambigüedad y facilita que el colaborador visualice la acción segura.

  • Un tono coherente inspira confianza, porque el cerebro social detecta la congruencia entre lo que se dice y cómo se dice, activando credibilidad y respeto hacia el líder.

  • Un mensaje positivo construye equipos resilientes, porque activa neurotransmisores asociados a la motivación (dopamina, oxitocina) que fortalecen la seguridad psicológica y la cooperación.

Autores como Daniel Goleman han mostrado cómo la comunicación emocionalmente inteligente del líder regula los estados de su equipo, y David Rock (Modelo SCARF) recuerda que el lenguaje puede activar amenazas o recompensas en la mente de los colaboradores, condicionando su desempeño en situaciones críticas.

Como bien afirmaba Noam Chomsky: “El lenguaje no solo describe la realidad, sino que la crea”. En la industria esto cobra una dimensión vital: cada palabra puede crear seguridad o generar riesgo. Si las palabras del líder son claras, congruentes y preventivas, la cultura de seguridad se fortalece y la accidentabilidad disminuye. Si, en cambio, son ambiguas, contradictorias o cargadas de miedo, la probabilidad de errores aumenta.

En conclusión, la palabra es un instrumento de liderazgo preventivo. Al hablar, los líderes y supervisores no solo comunican, sino que programan la mente colectiva del equipo. La decisión está en nuestras manos: usar el lenguaje como un riesgo latente o como una herramienta que salva vidas y construye culturas organizacionales más seguras, resilientes y humanas.

 

Autor: Nelson Ramos Torres

Facilitador-Coach-Consultor

NRT-KAIROS E.I.R.L.

https://coaching.nrt-kairos.com.pe/

 

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