Fecha de actualizacion: Miércoles 18/04/2025
ASUMIENDO NUEVOS DESAFÍOS
SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO
“Integrando nuevas herramientas para lograr mejores resultados”
Los accidentes laborales siguen siendo una problemática crítica en múltiples industrias tanto en Perú como en el mundo. Este fenómeno no solo impacta físicamente a los trabajadores, sino que también genera consecuencias económicas, psicológicas y sociales profundas para sus familias, las organizaciones y el país. A pesar de los avances en normativas y tecnologías, miles de personas continúan siendo víctimas de accidentes en el entorno laboral, muchos de ellos fatales o altamente incapacitantes.
Las estadísticas reflejan una realidad alarmante. Según los Anuarios Estadísticos Sectoriales del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo del Perú (2012-2024), los accidentes laborales han presentado un incremento notable entre 2019 y 2024. Incluso durante el 2020, año marcado por la pandemia del COVID-19 y la consecuente suspensión parcial o total de actividades productivas, los índices se mantuvieron considerables, retomando su crecimiento con la reactivación progresiva de las operaciones.
Entre 2012 y 2024, los accidentes laborales en el país evidencian una evolución con marcadas diferencias entre los casos no mortales y mortales. Los accidentes no mortales muestran una tendencia creciente con fluctuaciones, pasando de 15,488 casos en 2012 a 37,928 en 2024, lo que representa un incremento superior al 140%, con picos relevantes en 2019 (34,800) y 2023 (38,219), posiblemente relacionados con un mayor dinamismo económico o mejoras en los sistemas de reporte. En contraste, los accidentes mortales presentan una tendencia general a la baja, descendiendo de 189 muertes en 2012 a 271 en 2024, aunque con una alarma evidente entre 2021 y 2023, destacando 413 muertes en 2022 y 409 en 2023, lo cual podría reflejar deficiencias en la fiscalización o condiciones de riesgo no controladas en sectores de alto peligro como la construcción, minería o transporte.
Los años 2019 y el periodo 2021-2023 son claves para el análisis, al concentrar variaciones críticas que requieren revisión de las políticas de prevención. Además, la mayor visibilidad de accidentes no mortales puede interpretarse tanto como un indicador de mejora en los sistemas de registro como un reflejo de una mayor exposición al riesgo, mientras que el comportamiento de los accidentes mortales parece responder a factores externos como la reactivación post-pandemia, informalidad laboral o relajamiento de las medidas de seguridad.
La realidad en sectores de alto riesgo
Las industrias de la construcción y la minería, caracterizadas por su alta peligrosidad, siguen siendo los sectores con mayores niveles de accidentabilidad. Muchos incidentes se deben a factores recurrentes: falta de concentración, uso de herramientas inadecuadas, ausencia de capacitación, omisión de uso de equipo de protección personal (EPP), prácticas inseguras, entre otros. Detrás de estos comportamientos se encuentra una raíz más profunda: la baja percepción del riesgo y la escasa consciencia de seguridad, tanto en quienes ejecutan como en quienes lideran las tareas.
El enfoque tradicional: necesario, pero insuficiente
Durante años, las organizaciones han intentado mitigar los accidentes a través de sistemas de gestión de seguridad y salud en el trabajo (SG-SST), aplicando estrategias técnicas orientadas desde la ingeniería: capacitaciones, entrega de EPP, inspecciones de seguridad, análisis de riesgos, auditorías de equipos, observaciones planificadas, entre otras. Si bien estas medidas son fundamentales, en muchos casos han demostrado ser insuficientes para lograr una reducción sostenida de la accidentabilidad.
Hoy enfrentamos un contexto cambiante y desafiante, marcado por crisis globales, incertidumbre y nuevos paradigmas laborales. Esto nos obliga a replantear nuestras estrategias, integrando nuevas herramientas que respondan no solo al componente técnico, sino también al humano. Es momento de evolucionar en nuestra manera de gestionar la seguridad.
Asumir nuevos desafíos: integrar la ciencia del comportamiento humano
La Seguridad y Salud en el Trabajo es una disciplina multidisciplinaria. Por ello, es crucial sumar herramientas que potencien el desarrollo humano como eje para la transformación organizacional. En este nuevo marco, se propone integrar enfoques como la neurociencia, programación neurolingüística, coaching, andragogía y gamificación, en un sistema de gestión más consciente, adaptable y eficaz.
1. Neurociencias Aplicada a la Seguridad y Salud
Permite entender cómo el cerebro humano aprende, percibe el riesgo y toma decisiones, aportando claves valiosas para mejorar la prevención de accidentes. Al conocer estos procesos, es posible diseñar estrategias que sensibilicen y motiven a los trabajadores desde un enfoque más efectivo. La comprensión del funcionamiento cerebral facilita la creación de entornos laborales que fomenten la atención, el autocuidado y la toma de decisiones seguras. Además, permite intervenir sobre hábitos y respuestas automáticas, promoviendo comportamientos preventivos más sostenibles. Estas herramientas neurocientíficas no solo refuerzan la capacitación tradicional, sino que inspiran una cultura de seguridad más profunda. Así, se fortalece el compromiso individual y colectivo hacia entornos de trabajo más seguros.
2. Programación Neurolingüística
La PNL contribuye a la reducción de accidentes laborales al modificar patrones mentales y conductuales que afectan la toma de decisiones y la percepción del riesgo. Mediante técnicas como el anclaje y la reprogramación de creencias, fortalece la conciencia situacional y fomenta actitudes proactivas hacia la seguridad. También mejora la comunicación y promueve hábitos laborales más seguros. Al trabajar sobre el estado emocional del trabajador, la PNL favorece el enfoque y la autorregulación. Esto reduce errores por estrés o distracción. Su aplicación en programas de capacitación fortalece la cultura preventiva en las organizaciones. Así, la PNL se convierte en una herramienta eficaz para mejorar la seguridad en el trabajo.
3. Coaching para Líderes y Equipos
El coaching para líderes y equipos es una herramienta clave para promover un liderazgo consciente y transformador en materia de seguridad laboral. A través del autoconocimiento y la reflexión, permite identificar creencias, hábitos y conductas que interfieren con un desempeño seguro. Este proceso facilita que líderes y colaboradores asuman mayor responsabilidad sobre sus acciones y decisiones. Además, impulsa una cultura de aprendizaje continuo y mejora del entorno de trabajo. El coaching fomenta la empatía, la comunicación efectiva y el compromiso colectivo. Así, líderes y equipos se convierten en agentes de cambio capaces de influir positivamente en la cultura organizacional. Su aplicación fortalece la prevención y el cuidado mutuo en todos los niveles.
4. Andragogía: enseñar a los adultos con efectividad
La andragogía, centrada en cómo aprenden los adultos, es fundamental para lograr capacitaciones efectivas y duraderas en el ámbito laboral. Muchas formaciones fracasan porque no consideran factores clave como la experiencia previa, la autonomía, la necesidad de propósito y la aplicabilidad inmediata del conocimiento. Adaptar la enseñanza a estas características mejora la receptividad y el compromiso del participante. Reemplazar métodos tradicionales por enfoques vivenciales, participativos y significativos potencia el aprendizaje. Esta estrategia facilita el cambio de conducta y la adopción de prácticas seguras. Además, promueve una actitud activa y responsable en el trabajador. La andragogía, por tanto, es esencial para fortalecer la cultura preventiva en las organizaciones.
5. Gamificación: motivación y cultura preventiva
Integrar dinámicas lúdicas en las estrategias de seguridad, se convierte en una herramienta eficaz para fortalecer la motivación y la cultura preventiva. Mediante el juego, es posible reforzar comportamientos seguros de forma atractiva y participativa, lo que incrementa el compromiso de los colaboradores. Este enfoque reduce la resistencia al cambio y transforma la formación en una experiencia positiva. Además, contribuye a mejorar el clima laboral, especialmente en contextos de monotonía o incertidumbre. La gamificación promueve la colaboración, el aprendizaje activo y la retroalimentación constante. Al generar entusiasmo y sentido de logro, favorece una mayor adherencia a las prácticas preventivas. Así, se convierte en un aliado estratégico para la seguridad organizacional.
Transformación Cultural: del Hacer al Ser
Reducir la accidentabilidad no se trata únicamente de aplicar procedimientos o seguir normas, sino de transformar la cultura organizacional, pasando del “Hacer seguro” al “Ser seguro”. Cuando una organización coloca al ser humano en el centro de su estrategia preventiva y fomenta una cultura de autocuidado, corresponsabilidad y aprendizaje continuo, el cambio se vuelve sostenible y real.
Conclusión
Frente a los desafíos actuales, mantener los resultados de seguridad requiere algo más que repetir lo conocido: necesitamos movernos más rápido que el cambio, anticiparnos, liderar con visión y actuar con intención. La integración de herramientas innovadoras centradas en el factor humano nos permitirá no solo reducir la accidentabilidad, sino también construir entornos laborales más seguros, humanos y resilientes.
El futuro de la Seguridad y Salud en el Trabajo está en la evolución del ser humano. Y esa evolución comienza ahora.
Facilitador-Coach-Consultor
NRT-KAIROS E.I.R.L.
https://coaching.nrt-kairos.com.pe/