Fecha de Elaboración: Miércoles 18/06/2025
Sensibilización y Concientización
en Seguridad y Salud en el Trabajo:
Un Enfoque desde las Neurociencias
La seguridad y salud en el trabajo (SST) ha sido tradicionalmente abordada desde perspectivas legales, técnicas y procedimentales. Sin embargo, estas dimensiones, aunque necesarias, resultan insuficientes para generar un cambio sostenido en el comportamiento humano. La incorporación de las neurociencias, disciplina que estudia el sistema nervioso y su influencia en la cognición, la emoción y la conducta permite abordar la SST desde una mirada más integral, centrada en la forma en que el cerebro percibe el riesgo, procesa la información y toma decisiones.
¿Qué significa sensibilizar y concientizar desde el cerebro humano?
Aunque los términos “sensibilización” y “concientización” suelen utilizarse indistintamente, en realidad hacen referencia a procesos distintos que involucran diferentes circuitos neurológicos:
Sensibilizar implica una activación emocional. Es el primer paso para captar la atención del individuo ante una situación de riesgo. En términos neurológicos, involucra estructuras del sistema límbico, especialmente la amígdala, que evalúa el significado emocional de los estímulos y es crucial en la detección de amenazas. El hipotálamo, por su parte, coordina la respuesta fisiológica al estrés. La sensibilización, por tanto, busca una reacción emocional que incremente la percepción de relevancia de la seguridad.
Concientizar, en cambio, se refiere al procesamiento reflexivo y racional de esa emoción. Aquí entra en juego la corteza prefrontal dorsolateral, área encargada del razonamiento, la toma de decisiones y el control ejecutivo. Cuando sensibilización y concientización se integran, no solo se despierta una emoción, sino que se convierte en una guía de acción sostenida.
🧠Sensibilizar activa la emoción para percibir el riesgo; concientizar transforma esa emoción en reflexión y acción sostenida. 🧠Ambos procesos, al integrarse, conectan el sistema límbico con la corteza prefrontal, generando cambios reales en la conducta preventiva.
El cerebro y la percepción del riesgo
El cerebro humano no evalúa los riesgos con base en la lógica objetiva, sino en función de patrones aprendidos, emociones y economía cognitiva. Entre los factores que distorsionan la percepción del riesgo están:
Sesgo de normalización del desvío (normalization of deviance, Vaughan, 1996): la repetición de conductas inseguras sin consecuencias refuerza la falsa creencia de que el riesgo no es real.
Habituación neuronal: cuando el cerebro se expone de manera repetida a un estímulo constante (por ejemplo, una alarma sonora o señalización visual), tiende a ignorarlo. Este fenómeno es regulado por el sistema reticular activador ascendente (SRAA), que filtra estímulos no novedosos.
Dominio del sistema automático (Sistema 1): Kahneman (2011) explica que las decisiones rápidas, inconscientes y automáticas en situaciones de rutina, tienden a minimizar los riesgos si no hay retroalimentación negativa inmediata. La gratificación instantánea activa el sistema dopaminérgico, reforzando comportamientos riesgosos si “nada pasa”.
Esto demuestra que una política de SST basada únicamente en el conocimiento racional tiene un impacto limitado si no se trabaja sobre los automatismos cerebrales, los sesgos cognitivos y las emociones.
🧠El cerebro percibe el riesgo más por hábitos, emociones y automatismos que por lógica objetiva.
🧠Para impactar en la seguridad, debemos intervenir los sesgos, la habituación que refuerza conductas riesgosas.
Emociones como motores de prevención
Las emociones no son obstáculos a la razón, sino mecanismos fundamentales para la toma de decisiones efectivas y seguras. La neurociencia afectiva (Panksepp, 1998) destaca que:
El miedo adaptativo, cuando es gestionado adecuadamente, puede incrementar la atención y el respeto por las normas de seguridad.
La culpa consciente, asociada al valor personal de proteger a otros, puede fomentar la adherencia normativa si no está vinculada a la vergüenza o al castigo externo.
El orgullo por el autocuidado, reforzado positivamente, puede construir una identidad laboral en torno a la seguridad, generando dopamina y satisfacción interna.
Desde esta perspectiva, las campañas de sensibilización deben dejar de ser meramente informativas para transformarse en experiencias emocionales que conecten con la historia y el sentido de pertenencia del trabajador.
🧠Las emociones son aliadas clave en la prevención: bien gestionadas, activan atención, compromiso y autocuidado.
🧠Una cultura segura se construye conectando emocionalmente al trabajador con el sentido profundo de su rol.
Neuroplasticidad y cambio de cultura organizacional
El cambio de cultura en SST no es un evento, sino un proceso de transformación cerebral. Gracias a la neuroplasticidad, el cerebro puede modificar sus redes neuronales como respuesta a la experiencia, el aprendizaje y la repetición:
Repetición significativa: mensajes cortos y frecuentes (tipo nudge o empujón conductual), alineados con ejemplos reales, tienen mayor impacto que discursos extensos. La corteza prefrontal necesita repetición para convertir una idea en hábito.
Anclaje emocional: relatos, testimonios reales o simulaciones con alto contenido emocional activan la amígdala y el hipocampo, favoreciendo el almacenamiento en la memoria de largo plazo.
Modelado de liderazgo: las neuronas espejo descubiertas por Rizzolatti (1996) explican cómo los trabajadores imitan inconscientemente las conductas de líderes o compañeros influyentes. Si un supervisor se pone el EPP por convicción, su equipo tenderá a replicarlo.
Refuerzo positivo: cada vez que una conducta segura es reconocida o premiada, el circuito de recompensa cerebral (núcleo accumbens) se activa, liberando dopamina, lo que refuerza el comportamiento.
🧠La neuroplasticidad permite reprogramar hábitos inseguros mediante repetición, emoción y liderazgo coherente.
🧠Transformar la cultura en SST requiere experiencias que el cerebro grabe, imite y quiera repetir.
Conclusión: de la norma a la neurocultura
La verdadera transformación en seguridad no proviene únicamente del cumplimiento normativo, sino del rediseño de las formas en que las personas piensan, sienten y actúan frente al riesgo. Las neurociencias nos enseñan que:
La emoción precede a la razón, y ambas deben trabajar en sintonía.
La repetición sin sentido no transforma, pero la repetición con emoción sí lo hace.
El cambio no se impone, se contagia.
Por ello, sensibilizar y concientizar desde las neurociencias implica movilizar emociones, promover reflexión consciente y diseñar entornos de trabajo que favorezcan hábitos seguros a nivel cerebral. Solo así lograremos culturas organizacionales verdaderamente seguras, donde la prevención no sea una obligación, sino una convicción compartida.
Autor: Nelson Ramos Torres
Facilitador-Coach-Consultor
NRT-KAIROS E.I.R.L.
https://coaching.nrt-kairos.com.pe/