
Fecha de Elaboración: Sábado 27/09/25
Sinapsis y Neurotransmisores: Activadores
que deciden tu Seguridad en el Trabajo

1.- Introducción
En las industrias de alto riesgo, los accidentes laborales han sido tradicionalmente atribuidos a fallas técnicas, errores humanos o incumplimiento de procedimientos. Sin embargo, las investigaciones actuales en neurociencia demuestran que la raíz de gran parte de estas conductas riesgosas está en el funcionamiento del cerebro. Cada acción preventiva, cada reacción frente a un riesgo y cada decisión bajo presión se sustentan en un complejo entramado de sinapsis, neurotransmisores y redes neuronales que regulan la manera en que percibimos, evaluamos y respondemos al entorno.
La sinapsis ese delicado puente entre neuronas, permite que la información viaje en milésimas de segundo, determinando si un colaborador reacciona a tiempo ante una alarma o si pasa por alto un detalle crítico. Los neurotransmisores, como la dopamina, la serotonina, la oxitocina y las endorfinas, actúan como mensajeros químicos que influyen en la motivación, la atención, el estado de ánimo y la cooperación en equipo, todos ellos factores decisivos en la seguridad laboral. Por su parte, las redes neuronales consolidan hábitos, rutinas y aprendizajes que convierten la seguridad en una conducta automática más que en un simple mandato externo.
En este sentido, la neuroseguridad emerge como un enfoque innovador que trasciende la visión normativa para integrar el conocimiento científico del cerebro en la cultura organizacional. Aplicar la neurociencia en la prevención implica entrenar circuitos sinápticos mediante simulaciones, estimular neurotransmisores positivos a través de climas laborales saludables y diseñar programas de capacitación que activen la memoria y la motivación intrínseca de los colaboradores.
La sinapsis constituye el lenguaje universal del sistema nervioso. Es el punto de encuentro donde una neurona transmite información a otra, y de esa comunicación depende la forma en que percibimos, aprendemos y actuamos. En el cerebro humano existen billones de sinapsis que se activan de manera constante, formando un entramado de redes que nos permiten desde tareas básicas como mover un dedo, hasta procesos complejos, como planificar una estrategia de seguridad en una operación minera o de construcción.
2.1.- Tipos de sinapsis y su relevancia
a.- Sinapsis químicas (95% del total):
b.- Sinapsis eléctricas (menos frecuentes, 5%):
Cada vez que un colaborador repite un procedimiento seguro: ponerse el casco, verificar un equipo, aplicar un protocolo se fortalecen las conexiones sinápticas asociadas a esa conducta. Este fenómeno, conocido como potenciación a largo plazo (LTP), es la base neurobiológica del aprendizaje y la memoria operativa. Cuantas más veces se practica una acción segura, más automático se vuelve su desempeño, reduciendo la necesidad de esfuerzo consciente.
En contraposición, la falta de entrenamiento o la repetición de prácticas riesgosas refuerza circuitos de riesgo. Como planteaba Hebb en su famosa regla: “las neuronas que se activan juntas, se conectan juntas”. En el ámbito laboral, esto significa que la cultura de seguridad se graba literalmente en el cableado cerebral de los colaboradores.
En SST, la eficiencia sináptica no es un lujo, sino un requisito vital. Una sinapsis bien entrenada permite que:
🧠 En este sentido, el rol de la capacitación en SST es más profundo de lo que solemos imaginar: no solo informa al
colaborador, sino que moldea y fortalece sus circuitos neuronales para que la seguridad deje de ser un acto
impuesto y se convierta en un patrón automático de conducta.
El cerebro humano no solo funciona con impulsos eléctricos: también depende de un sofisticado sistema de neurotransmisores, pequeñas moléculas que actúan como mensajeros químicos entre las neuronas. Su equilibrio determina cómo pensamos, sentimos y actuamos frente a los riesgos en el trabajo. Cuando están regulados, facilitan la atención, la motivación y la colaboración; cuando se alteran, generan apatía, impulsividad o estrés, aumentando la probabilidad de incidentes.
En el ámbito de la Seguridad y Salud en el Trabajo, los neurotransmisores pueden considerarse como los “interruptores invisibles” que activan o desactivan conductas seguras. Cuatro de ellos tienen un papel clave:
La dopamina es el motor de la motivación y está directamente vinculada con los sistemas de recompensa del cerebro.
Aplicación preventiva: reconocer logros de manera inmediata (feedback positivo) y generar sistemas de incentivos alineados a la seguridad refuerzan los circuitos dopaminérgicos, consolidando hábitos protectores.
La serotonina regula el estado de ánimo, el sueño y la agresividad, siendo esencial para mantener la calma en contextos de presión.
Aplicación preventiva: promover pausas activas, una alimentación equilibrada, exposición a la luz natural y entornos laborales saludables ayuda a mantener niveles óptimos de serotonina.
Las endorfinas, conocidas como los “analgésicos naturales” del cuerpo, reducen la percepción del dolor y generan sensaciones de bienestar.
Aplicación preventiva: implementar programas de ergonomía, pausas activas y actividades de integración no solo mejora la salud física, sino que estimula la liberación de endorfinas, fortaleciendo la resiliencia emocional del personal.
La oxitocina es conocida como la “hormona del vínculo” porque fortalece la confianza, la empatía y la colaboración.
Aplicación preventiva: se potencia en culturas organizacionales basadas en el respeto, el liderazgo empático y la cultura justa, donde se analizan los errores para aprender de ellos en lugar de castigarlos.
En conjunto, estos neurotransmisores constituyen la base bioquímica de la conducta segura:
🧠Al diseñar programas de Seguridad y Salud en el Trabajo que consideren la neurobiología de los colaboradores, no
solo se reduce la accidentabilidad, sino que se construyen culturas preventivas sostenibles, donde la seguridad
no es un mandato externo, sino un estado interno moldeado por el propio cerebro.
La comprensión de cómo funcionan las sinapsis y los neurotransmisores en el cerebro abre la puerta a un enfoque innovador en Seguridad y Salud en el Trabajo: la neuroseguridad. Este campo propone que la prevención no solo se fundamente en normas, equipos o procedimientos, sino en la biología del cerebro humano. Al entrenar las conexiones neuronales y regular los mensajeros químicos que modulan nuestras conductas, podemos diseñar entornos laborales más seguros y resilientes.
La neurociencia ha demostrado que la repetición fortalece los circuitos neuronales (principio de Hebb: “las neuronas que se activan juntas, se conectan juntas”).
Los neurotransmisores no solo regulan la motivación y el ánimo, también determinan la calidad de nuestras decisiones en el trabajo.
🧠 El diseño de programas de bienestar laboral basados en neurociencia es una forma concreta de regular los niveles
químicos del cerebro para reducir el error humano.
La distracción y los lapsos cognitivos están detrás de un alto porcentaje de accidentes laborales. El entrenamiento en atención plena fortalece las redes neuronales que sostienen la concentración:
🧠 Diversos estudios en neuropsicología de la atención han demostrado que la práctica regular de mindfulness
reduce los errores humanos hasta en un 30% en entornos laborales exigentes.
La oxitocina, llamada la “hormona de la confianza”, juega un rol esencial en la construcción de culturas preventivas. Cuando los colaboradores perciben que pueden reportar errores sin miedo a represalias, se activan circuitos de cooperación y aprendizaje colectivo.
La integración de la neurociencia en la prevención transforma la seguridad en un proceso más humano, más consciente y más eficaz:
🧠 La neuroseguridad no sustituye a la normativa, la complementa y la potencia. Al aplicar la neurociencia al ámbito
laboral, logramos que la seguridad deje de ser un acto consciente y forzado, para convertirse en un estado natural
del cerebro y de la cultura organizacional.
5.- Conclusiones
La seguridad laboral no debe entenderse únicamente como un conjunto de normas, reglamentos y equipos de protección personal. Es también un fenómeno profundamente biológico, que hunde sus raíces en la neurociencia del cerebro humano. Cada decisión que tomamos en el trabajo, cada percepción de riesgo y cada acción que realizamos bajo presión dependen de la eficacia de nuestras sinapsis y del equilibrio de nuestros neurotransmisores.
Las investigaciones en neurociencia cognitiva y conductual han mostrado que la atención, la memoria, la motivación y la autorregulación emocional no son recursos inagotables: se fortalecen o se deterioran en función de los estímulos y entrenamientos que reciben. Así, un colaborador fatigado, estresado o sin entrenamiento sináptico suficiente no solo está más expuesto al error humano, sino que arrastra consigo el riesgo para todo su equipo.
En este contexto, las palabras de Francisco Mora adquieren relevancia: “solo se aprende aquello que emociona”. La seguridad no se logra únicamente repitiendo protocolos; se graba en el cerebro cuando se conecta con la emoción, la motivación y la experiencia vivida. Esta es la base para que la cultura preventiva trascienda del hacer seguro al ser seguro.
Por ello, los programas de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) deben evolucionar hacia un enfoque neuropreventivo que contemple tres pilares:
Autor: Nelson Ramos Torres
Facilitador-Coach-Consultor
NRT-KAIROS E.I.R.L.